Trastornos de salud mental: la otra epidemia después del coronavirus

La OMS y las autoridades de salud pública de todo el mundo están actuando para contener el brote de COVID-19. Sin embargo, es innegable que este momento de crisis está generando estrés en toda la población.

La pandemia de COVID-19 probablemente ha cambiado mucho la manera de vivir la vida, ha traído incertidumbre, rutinas diarias alteradas, presiones económicas y aislamiento social. Las preocupaciones por enfermarse, por saber cuánto tiempo durará la pandemia y que nos traerá el futuro son las más comunes. El exceso de información, los rumores y la información errónea nos puede hacer sentir sin control y dejarnos sin tener claro qué hacer.

Es frecuente que nadie este seguro de nada; hay temor por tocar cualquier superficie potencialmente infectada; por conocer a alguien de otro país, o a alguien que haya tenido contacto real o potencial con algún paciente con COVID-19 (como el personal médico o de áreas de la salud) o cuando alguien estornuda o tose, o no mantiene la distancia, se activan los temores.

Hemos escuchado a diferentes profesionales hablar de la pandemia que viene, relacionada a la epidemia de trastornos de la salud mental por llegar tras el impacto de la COVID-19. Muchos médicos hablan de un incremento en los trastornos depresivos y ansiosos asociándolo con incremento en los niveles de ansiedad, las consecuencias del confinamiento y la distancia social, el incremento en el consumo de sustancias, la automedicación, la perdida de trabajos, los duelos y el estigma de haber sido paciente COVID.

“COVID-19 es un evento traumático que todos estamos experimentando. Bien podemos esperar que haya un aumento de las enfermedades mentales en todo el país”, señala el Dr. Sandro Galea, decano de la Escuela de Salud Pública, Universidad de Boston, Massachusetts, quien además resalta que la educación sobre esto, la detección de aquellos con síntomas y la disponibilidad de tratamiento será importante para mitigar las consecuencias para la salud mental de COVID-19.

La literatura que tenemos sobre las consecuencias para la salud mental de las epidemias es escasa y en general se relaciona más con las secuelas de la enfermedad, por ejemplo, el 5% de la población afectada por el huracán Ike en 2008 cumplió con los criterios para el trastorno depresivo mayor en el mes posterior al huracán; 1 de cada 10 adultos en la ciudad de Nueva York mostró signos del trastorno en el mes siguiente a los ataques del 11 de septiembre. Y casi el 25% de los neoyorquinos reportaron un mayor consumo de alcohol después de los ataques.

Según Medscape Medical News , una encuesta nacional reciente realizada por la Asociación Americana de Psiquiatría mostró que COVID-19 está afectando gravemente la salud mental de los estadounidenses, y la mitad de los adultos estadounidenses informan altos niveles de ansiedad.

La forma en que cada uno responde al brote depende de sus antecedentes, de los aspectos que lo diferencian de otras personas y de la comunidad en la que vive, sin embargo, las personas que pudieran responder con mayor intensidad al estrés durante una crisis son:

  • Adultos mayores y personas con enfermedades crónicas que tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente a causa del COVID-19.
  • Niños y adolescentes.
  • Personas que están colaborando con la respuesta al COVID-19, como médicos, otros proveedores de atención médica
  • Personas con enfermedades mentales, incluidas las personas con trastornos por abuso de sustancias.

También podemos identificar algunos primeros signos que nos indiquen que los niveles de estrés nos están rebasando, por ejemplo:

  • Sentimientos de entumecimiento, incredulidad, ansiedad o miedo.
  • Cambios en el apetito, la energía y los niveles de actividad.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Dificultad para dormir o pesadillas y pensamientos e imágenes perturbadores.
  • Reacciones físicas, como dolores de cabeza, dolores corporales, problemas estomacales y erupciones cutáneas.
  • Empeoramiento de problemas crónicos de salud.
  • Ira o mal genio.
  • Mayor uso de alcohol, tabaco u otras drogas.

 

Duerme lo suficiente. Acuéstate y levántate a la misma hora todos los días. Practica tu horario normal, aun si estás quedándote en casa.

Participa regularmente en actividad física. La actividad física regular y el ejercicio pueden ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo. Encuentra una actividad que incluya movimiento, como danza, o aplicaciones para ejercicio. Sal al aire libre en un área en que sea fácil mantener la distancia de otras como el patio de tu casa.

Finalmente, algunas maneras de cuidar nuestra tu mental son:

  • Come de manera saludable.
  • Evita el tabaco, el alcohol y las drogas.
  • Limita el tiempo frente a las pantallas.
  • Relájate y recarga las pilas.
  • Mantén tu rutina normal.
  • Limita tu exposición a los medios de comunicación.
  • Mantente ocupado.
  • Concéntrate en los pensamientos positivos.
  • Usa tus valores morales o tu vida espiritual como apoyo.
  • Establece prioridades.

ROME Psiquiatría Integral

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