Diversidad sexual más allá de la comunidad LGBTTTIQ+

No hay que sacar una lupa para descubrir que dentro de la misma heterosexualidad también existe una gran gama de comportamientos y gustos sexuales tan diversos como formas de vida hay. Por ejemplo, parejas poliamorosas, hombres que les gusta ser penetrados por sus mujeres, intercambio de parejas, entre muchas otras maneras más de sentir placer.

Sea por ignorancia, por prejuicios o por otras razones, muchos relacionan la diversidad sexual con el movimiento LGBTTTIQ+, cuando en realidad esta diversidad existe desde el momento mismo en que inicia la sexualidad. Es decir, es indispensable reconocernos y aceptarnos como seres sexuales (independientemente de nuestras inclinaciones o preferencias), como parte de la diversidad humana en la que todos participamos.

Ni la ciencia, ni la psicología, ni la filosofía, ni la sociología, ni la historia han podido explicar aún por qué es tan difícil ser objetivos en las cuestiones sexuales. Generalmente, todo se polariza o se busca encasillar o etiquetar de una manera, pero al final de cuentas no podemos perder de vista que cada individuo vive su sexualidad de manera única.

¿Cómo se interpreta la sexualidad?

Sin embargo, la realidad es más compleja y la forma en que interpretamos la sexualidad viene, en primera instancia, de hacer una diferenciación a partir de la anatomía femenina y masculina, y de las características que se le atribuye a cada cuerpo. Por ejemplo, el hombre es físicamente más fuerte (la mayoría de las veces), o sea, a él le corresponde ser quien sale a realizar esfuerzos físicos (como el trabajo y la provisión). La mujer, por su parte, tiene la capacidad de procrear, por tanto, de ella se espera que cuide a los hijos en casa.

A partir de este pensamiento tan primitivo es posible analizar un sinfín de particularidades y valores que han definido, de alguna manera, el ser hombre y mujer. Es decir, a partir de aquí se dividen ambos géneros, cada uno, no sólo con una lista de cualidades y de valores, sino también con una lista de tareas, responsabilidades y deberes, en los que, por supuesto, también se incluye su papel en lo sexual. Opiniones conservadoras como las de “la unión de un hombre y una mujer es para procrear la especie humana” surgen de este tipo de pensamiento primitivo que sesga la diversidad, la pluralidad, la variedad de posibilidades existentes en la exploración sexual del individuo.

No sólo por tener un genotipo XY, por ejemplo, necesariamente el hombre tiene que ser fuerte, infiel, heterosexual, que no demuestre sentimientos, desaliñado, con voz grave y pecho con vellos. No, existen infinitas y diversas formas de ser hombre, y lo mismo aplica para la mujer.

Es imposible dictar cómo debe ser en su vida el ser humano, cuando existe un mundo diferente en cada individuo. Lo ideal sería poder generar una visión positiva del concepto de diversidad sexual, en el cual todos y todas estemos incluidos, para así poder vivir nuestra sexualidad de forma sana, responsable, placentera y armoniosa, que pueda permitirnos vivir mejor, en lo individual y lo colectivo.