El suave empujón para decidir mejor

Alguna vez escuché que acomodara las galletas y los dulces de forma que no fuera lo primero que viera al abrir mi despensa. Lo hice, y es cierto que al no tenerlos “a la vista” varias veces “olvidé” que estaban ahí. Por alguna situación, la despensa cambio de lugar, y al acomodar todo, esta vez quedaron las botanas justo a la altura de mi vista y, por supuesto, al abrir la alacena, es lo primero que veía. No tengo que decir que varias veces que pasé “rápido” me llevé un chocolate, una galleta o un dulce. Cuando caí en cuenta, volví a acomodar todo y otra vez escondí las tentaciones. Todo esto no evita, que si lo quiero, puedo buscar ese rico chocolate; simplemente, no los veo, y es menos probable que los busque.

 

Este tipo de acomodos (o manejo del contexto), es un ejemplo de lo que los expertos llaman “arquitectura de las decisiones”. Los buenos arquitectos, son conscientes de que algunas de sus decisiones influirán en cómo las personas caminan, descansan, o se sienten más a gusto en sus lugares de trabajo. A estos pequeños incentivos la neuropsicología los llama nudges, y sus principales defensores son Richard Thaler y Cass Sunsteín. 

 

Pero, ¿qué es un nudge? Un nudge, tal y como lo emplean ambos autores, es cualquier aspecto que modifica la conducta de las personas de una manera predecible sin prohibir ninguna opción ni cambiar de forma significativa sus contextos. Para que se pueda considerar un nudge, debe ser barato y fácil de evitar. Los nudges no son órdenes. Colocar las botanas en un lugar no visible es un nudge. Prohibir a todos comer comida chatarra en casa no lo es. Los nudges son esos suaves empujones que nos hacen tomar decisiones más benéficas, aunque no nos demos totalmente cuenta.

 

De alguna manera, hemos estado expuestos a estos nudges, algunas políticas de las empresas, o del propio gobierno, buscan que las personas tomen mejores decisiones que se reflejen en su salud y bienestar general. 

Los arquitectos de las decisiones toman seis principios para desarrollar diferentes nudges:

 

  1. Incentivos. La oferta y la demanda del mercado pueden ser lógicas, pero para la mayor parte de nosotros no lo es, por lo que es más posible que tomemos una mala decisión, es así que los arquitectos de las decisiones deben ayudar a dirigir a las personas hacia los incentivos correctos.
  2. Mapas mentales. Las personas toman decisiones frente a posibles escenarios adversos o negativos. Un sistema de arquitectura de decisiones, es mostrar a las personas cómo será su vida a los 75 años, lo que aumentaría los ahorros en los sistemas de pensión, pues les ayuda a imaginarse ese momento de su vida. 
  3. Default. Son posiciones iniciales en las cuales no hay que hacer nada para cambiarlas. Un ejemplo podría ser un sistema de donación de órganos, donde el default sea donar. Sólo los que estén en desacuerdo con esta opción, tendrían que ir a cambiarla en un trámite especial, lo que, en principio aumentaría la donación de órganos. 
  4. Retroalimentación. Consiste en darles a las personas información cuando están haciendo algo benéfico y cuando no. Por ejemplo, en California, a las personas que usan la energía de en su casa de manera responsable, la compañía los “califica” con caritas felices, mientras a los que no, los califica con caritas tristes. 
  5. Expectativa de error. El sistema de nudges, debe prever los posibles errores. Un ejemplo es en el metro, no importa cómo pases la tarjeta de prepago por el lector, siempre será la correcta mientras esté cerca.  
  6. Estructura de decisiones compleja. Conforme más opciones tenemos, más difícil será elegir una, necesitamos tener un sistema que nos ayude a elegir, conforme a nuestras preferencias. El claro ejemplo es tu buscador de internet o tu teclado predictivo en tu celular. 

 

Las personas, en general, nos equivocamos al tomar decisiones debido a la falta de tiempo, atención o información, los nudges, son pequeños empujones que nos orientan hacia una mejor decisión. No nos prohíbe nada, pero nos dan “pistas” para elegir mejor en nuestro beneficio.

 

Es así, que acomodar mi alacena de manera que buscar un dulce sea más difícil a tomar una fruta, es un nudge que me ayuda a “evitar la fatiga” de buscar más allá del esfuerzo que quiero dedicarle.

 

Y tú, ¿ya reconociste algunos nudges en tu vida?

Referencia: Thaler, R. y C. Sunstein. 2008. Nudge: Improving Decisions about Health, Wealth, and Happines. Nueva York, Penguion Books. 332 pp. 

Norma Angélica Corado-Nava, es bióloga y Divulgadora de la Ciencia en Universum, Museo de Ciencia de la DGDC, UNAM. Twitter: @normacn Facebook: Norma Corado