Vacunación: una decisión individual o un asunto de salud pública

Desde diciembre de 2020, varios países iniciaron las campañas de vacunación contra el SARS-CoV-2 y aunque se han presentado diversos desafíos en la producción y logística de distribución de la misma, una vez superados estos retos, se ha hecho evidente la necesidad de una serie de estrategias o políticas públicas para fomentar su aceptación entre la población.

La evidencia señala que para tener una aceptación amplia de las vacunas no es suficiente con proporcionar información. Diversas encuestas señalan que, si bien, en menor porcentaje que en algunos países europeos, tanto en México como en Estados Unidos, 1 de cada 3 personas no está dispuesta a vacunarse contra SARS-CoV-2.

La reticencia a la vacunación, como se le conoce a este fenómeno, en el cual intervienen factores económicos, históricos, socio-culturales, religiosos, políticos y a la vez personales, es uno de los mayores desafíos.

La decisión de vacunarse es un ejemplo de una situación que implica evaluar riesgos y beneficios inciertos. En estas situaciones, es factible que quienes sean reticentes a vacunarse perciban que corren mayor riesgo al vacunarse que al infectarse, y que subestimen los beneficios de vacunarse para su salud y su vida. Es aquí donde las ciencias del comportamiento pueden ser útiles, ya que al conocer cómo surgen estos comportamientos, se pueden hacer intervenciones para atacar estas percepciones distorsionadas mediante políticas públicas.

Gracias al trabajo del premio Nobel Daniel Kahneman y del fallecido Amos Tversky, ahora conocemos que hay ciertas anomalías o errores sistemáticos en las tareas de juicio y de toma de decisiones a partir de la descripción de una situación. Estas heurísticas y sesgos cognitivos pueden presentarse cuando tomamos decisiones sobre la salud, sobre cómo nos vemos a nosotros mismos, hasta cuánto ahorramos para la jubilación.

Además de comprender cómo los humanos tomamos decisiones, la investigación también ha estudiado cómo restarle peso a tales anomalías y sesgos en la toma de decisiones. a través de cambios en el contexto en que se realizan las elecciones, o lo que el economista conductual Richard Thaler y el jurista Cass Sunstein llaman “arquitectura de elección”.

Una manera de cambiar el contexto son los llamados nudges (“empujones”), que son estrategias para modificar comportamientos y que están siendo implementadas en varios países para contribuir a solucionar problemas de salud pública. Hay de distintos tipos, pero en general pueden clasificarse en tres grupos: la reestructuración del entorno, la información al sujeto y los incentivos.

Reestructuración del entorno

Realizar cambios en la estructura de la decisión de vacunación puede afectar la probabilidad de decidirse a favor de ella. Un ejemplo de un nudge que reestructura el entorno serían los recordatorios y las opciones por defecto o predeterminadas. En un estudio se reservaron por defecto citas para vacunarse para los empleados de una universidad, y la tasa de vacunación aumentó del 33% al 45%.

Intervenciones informativas

Las intervenciones informativas tienen como objetivo cambiar la percepción del riesgo. Desafortunadamente tenemos un exceso de información a escala mundial sobre la pandemia y estamos expuestos diariamente a rumores y teorías conspirativas. Intervenciones de este tipo implicarían establecer fuentes fiables, explicar de manera clara los riesgos y beneficios de vacunarse, resaltar el valor social de las vacunas, y derribar los mitos y percepciones erróneas sobre estas con evidencia científica.

Incentivos

Los incentivos aplicados pueden ser recompensas y/o multas asociadas con las decisiones de vacunación, que han probado ser efectivas para aumentar la vacunación. Por ejemplo, los estudiantes universitarios tenían más probabilidades de vacunarse contra la influenza estacional cuando se les ofrecía una recompensa de 20 dólares (19% vs. 9%). Otro estudio mostró que un certificado de regalo de USD $50 para alimentos ofrecidos aumentaba la tasa de vacunación del 20% al 29%. Estos son ejemplos de cómo los incentivos monetarios pueden aumentar la adopción de vacunas.

Desafortunadamente para obtener una vacunación universal contra Covid-19 hay todavía muchos retos importantes. Por todas estas razones, tomar en cuenta las enseñanzas de epidemias previas y los resultados de investigaciones en economía conductual son cruciales para generar comportamientos responsables. Poco servirá una vacuna si los gobiernos no garantizan su disponibilidad, y si las personas no buscan su aplicación.

 

Gerardo Ismael Garzón Calvo colabora en Proyecto ICCE de la Facultad de Psicología de la UNAM, iniciativa de divulgación de ciencias del comportamiento. Twitter: @proyectoicce