¿Cómo los océanos contribuyen al cuidado de la salud en medio del COVID-19?

El océano puede tener soluciones a las grandes crisis como lo vemos desde la pandemia por COVID-19. El papel que desempeña como acervo de moléculas de interés para la salud. Una de ellas, es que la prueba para diagnosticar el coronavirus emplea unas enzimas que provienen del mar profundo. Esta enzima se aisló de un microorganismo de ventilas hidrotermales. Los mares y en particular el mar profundo ofrecen un potencial enorme para el descubrimiento de productos químicos y compuestos naturales que podrán salvar vidas humanas.

Por otro lado, la sangre del cangrejo cacerolita o de herradura, Limulus polyphemus, típico de las zonas costeras del Golfo de México y el mar Caribe se usa para analizar el efecto de implantes quirúrgicos, inyecciones o medicamentos ingeridos. Lo anterior debido a su rápida respuesta y capacidad de detección a bacterias. Se incluyen reemplazos de cadera, stents cardíacos, productos farmacéuticos, soluciones intravenosas y vacunas, como la vacuna anual contra la gripe y las vacunas de COVID-19 que se están desarrollando actualmente.

Finalmente, el lisado de amebocitos de limulos (del inglés limulous amebocyte lysate LAL) detecta bacterias que se vuelven peligrosas al cruzar la pared sanguínea. Si llega a la sangre o al líquido cefalorraquídeo, comúnmente genera un problema de salud. Si bien existen diversas pruebas como LAL sintético o un análisis en sangre humana, la prueba de endotoxina bacteriana LAL es el estándar básico usado.

La prueba LAL, que se basa en extracto de sangre de cangrejo cacerolita como una forma de evaluar la biomasa bacteriana en el agua de mar, se desarrolló por primera vez en el Laboratorio Biológico de Massachusetts de la Institución Oceanográfica que Woods Hole en los años setentas y ahora es una prueba rutinaria en el mundo.